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domingo, 30 de octubre de 2011

No perturbarás su reposo

El viejo enterrador estaba acostumbrado a todo. Mostraba a su impresionable acompañante todos los rincones del cementerio con una cachaza que contrastaba con el nerviosismo del visitante del que era guía.

-Esta cripta sirve de pudridero para el convento. Los cadáveres reposan un tiempo en estos ataúdes, y luego son depositados en el osario general. Con frecuencia resulta que el muerto está más o menos incorrupto: esto a veces tiene consecuencias eclesiásticas, beatificaciones, cosas por el estilo, así que a esos cuerpos se los deposita en urnas de vidrio, en esta zona del panteón, y se les observa durante años, si siguen deteriorándose, si han sufrido algún tipo de embalsamamiento intencionado, si hay en torno a ellos algún fenómeno extraordinario, si se mueven.

-¿¿Se mueven??? ¡No lo puedo creer!

-Pues le aseguro que es cierto, yo lo he visto varias veces, con mis propios ojos: dejar un cadáver en su urna, dejar ésta sellada, volver pasado un cierto tiempo, y descubrir que ha variado su postura. Es el fenómeno más frecuente, tanto que en mi opinión no es sobrenatural. Tengo mis propias explicaciones. Pueden ser vuelos de la imaginación de un viejo solitario, así que no las mencionaré. Tal vez no le interesen

-No, no, se lo ruego, cuénteme.

-Verá, se crea o no en la existencia de un alma que sobrevive a la muerte del cuerpo, lo que nadie puede negar, nadie puede discutir, es que realmente nadie sabe cuándo se produce la muerte. No es cuando se para el corazón, es obvio. Se establecen unos plazos desde la parada cardíaca , pero son legales, prácticos. Cuando un cuerpo es completamente destruido, incinerado, devorado por los gusanos, está muerto, es obvio. Pero los demás, no sé. Y menos en estos casos extraordinarios, los cadáveres incorruptos por causas desconocidas. Tal vez estén todavía muriendo, lo hagan muy poco a poco, sean una especie de agonizantes, de pacientes en coma cuya percepción, cuyos sentidos, y hasta sentimientos, no podremos precisar nunca. Por eso estoy en contra de esos tratamientos modernos, el formol, el horno crematorio. Fueron seres humanos, tal vez lo sigan siendo. Bastante gordo es lo que están pasando. Como decían en mi pueblo, el undécimo mandamiento es "No molestar".

-¿Y los movimientos de los cuerpos?

-Ah, sí, je. Lo olvidaba. Los pobrecillos han estado varios años en una caja a la que se habían acostumbrado, y de repente los cambiamos y los ponemos en estas urnas que son muy diferentes. Como cuando usted viaja y le resulta incómoda la cama del hotel. Para mí que se mueven porque extrañan la tumba.

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