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jueves, 26 de enero de 2012

El bombero

La casa había ardido en llamas dos años atrás. Era una casa de dos pisos, bastante grande, y preciosa. Sus antiguos inquilinos eran los señores Hoffman, que tenían una niña pequeña, Lily. Una noche, la casa había ardido y la pobre niña había muerto calcinada a consecuencia del fuego. Un bombero, que junto a sus compañeros, había entrado a rescatar a la niña había muerto, pero no se había encontrado su cadáver, según dijeron los periódicos locales. Dos años después la casa estaba totalmente reconstruida, y había quedadado mucho más bonita de lo que era antes.

Susan la había comprado tras divorciarse por segunda vez. La casa estaba en un barrio pequeño, alejado de todo ruido, y ella deseaba eso, tener paz. Había oido hablar de el terrible incendio, todo el país lo sabía. Pero había algo que todo el mundo desconocía y que si Susan lo hubiera sabido, no habría comprado esa casa.

Se había instalado por completo, era la segunda noche que Susan pasaba en su nueva casa. La primera le había ido bien, no había dormido mucho, tenía que acostumbrarse a su nuevo hogar. Pasó toda la noche viendo la tele, leyendo revistas atrasadas e inmersa en sus pensamientos. Aquella noche se tomó tres cafés y un helado de nata.

Esta segunda noche que pasaba en la casa sería diferente. Ya se había instalado y su casa tenía un aspecto más hogareño: las paredes bien pintadas, los muebles en su sitio, los libros bien colocados...

Susan subió a su habitación y se metió en la cama con algo de sueño. La mudanza había sido agotadora. Empezó a pensar lo que haría al día siguiente: conocer el barrio, a sus vecinos... y en eso se quedó dormida. Habrían pasado unas dos horas cuando escuchó una voz dulce que hablaba en el salón.

No se entendía bien lo que decía. Era una niña la que hablaba. Susan se incorporó y encendió la luz. La voz se fue, todo quedó en silencio. Volvió a apagar la luz pensando que sería parte de el sueño que estaba teniendo. De pronto miró hacia la puerta de la habitación y vió, a través de la ranura de abajo, una luz roja que parpadeaba. Se incorporó de nuevo. La habitación estaba bien, encendió la luz y no vió nada de otro mundo. Decidió levantarse y mirar en el pasillo, para ver qué era esa luz. Abrió la puerta y al instante vió que todo el pasillo estaba en llamas. Intentó gritar pero no pudo. Algo le impedía gritar. De pronto una sombra apareció frente a ella y se acercó con lentitud. Susan se fijó atentamente en aquella persona. Era un bombero, llevaba su casco y su traje. El fuego iluminó la cara de éste y Susan vió que la tenía totalmente quemada. El bomberó agarró a la mujer y la introdujo dentro de la habitación y cerró la puerta. De pronto todo volvió a la normalidad. Susan bajó al salón. Todo estaba en orden, las casa no estaba en llamas. De pronto volvió a escuchar la dulce voz y vió sintió como alguien bajaba las escaleras. Su corazón se aceleró. De pronto pudo ver quién era. Era una niña, con el rostro pálido y vestida de negro, con un velo del mismo color que le tapaba parte de la cara. Susan se levantó asustada. La niña sostenía un machete en su mano derecha.
- Suelta el arma cariño- dijo una voz profunda detrás de Susan.

La mujer se dió la vuelta y vió al bombero, esta vez sin la cara quemada. Susan no se explicaba lo que ocurría. El bombero se acercó a la niña y ésta le clavó el machete en el corazón. Susan gritó y al instante el bombero desapareció y la niña se quedó mirándola.
- ¿Te has asustado?- le preguntó dulcemente.
    Susan no pudo reaccionar, estaba paralizada.
- No has debido venir a vivir aquí.
- Tú eres la pequeña Lily- dijo Susan.
- Sí, esa soy yo.
- Tú mataste al bombero cuando trataba de rescatarte.
- Sí, yo lo hice- dijo la niña.
- ¿Por qué?
- Porque ellos me obligaron- Tras decir esto la niña desapareció.

Susan se quedó perpleja si saber qué hacer. Decidió investigar y saber quiénes era ellos, los que habían obligado a Lily a matar al bombero y, seguramente a quemar la casa.

Descubrió algo que le dejó helada y que nunca podrá olvidar.
Antiguamente, aquel lugar, era una fábrica que ardió en llamas por culpa del jefe, que no quería renovar la antigua maquinaria. Desde entonces los espíritus de los trabajadores atormentaban a todos los que se mudaron a la casa que se había construído años después y donde vivía Lily con sus padres.
- Susan, toma tu medicación- dijo la doctora del manicomio de la ciudad cercana.
    Susan hizo lo que ella le pidió, al fin y al cabo era su paciente y sabía que todo el mundo le consideraba una loca, una loca de atar.
    Pero ella, no lo estaba, todo aquello era real.

- ¿Por qué le prendiste fuego a tu casa Susan?
- Porque ellos me lo pidieron.
- ¿Quién te salvó?
- El hombre quemado, el bombero.
 

FIN
Iker.

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