Bienvenid@ a este bosque nebuloso. Disfruta de tu estancia.

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domingo, 29 de enero de 2012

El cachorro ciego

Ropa tirada por el suelo, el escritorio lleno de discos compactos, libros, revistas, medio bocadillo y una taza vacía en la mesilla. Una pequeña televisión encendida y música sonando por el altavoz del ordenador.

Luis yacía tumbado en la cama deshecha vestido solamente con unos pantalones vaqueros, no miraba la tele y tampoco hacía mucho caso a la música, fumaba un cigarro mientras leía un libro.

La madre de Luis entró en la habitación,

- Cómo se nota que tú no pagas la electricidad, todas las luces, el ordenador y la televisión encendidos, y tú ahí tumbado leyendo ¿Tú te crees que el dinero crece en los árboles? ¿Cuántas veces te tengo que decir que no fumes en la cama? Un día vamos a tener un disgusto, vamos a salir ardiendo, a ver si te levantas de la cama y ordenas la habitación que parece una leonera, todo el día tumbado, ¿Cuándo vas a ir a buscar trabajo? Menos mal que tu padre ya no esta aquí con nosotros para ver en lo que te has convertido, me voy al mercado, cuando vuelva quiero ver todo ordenado.

Luis después de escuchar impasible el sermón, apagó el cigarro a medio fumar en un cenicero lleno de colillas que tenía en la mesilla, se quedó tumbado en la cama hasta que oyó que la puerta se cerraba, entonces se levantó y decidió darse una ducha.

Cambió de opinión y empezó a llenar la bañera para darse un baño relajante, se desnudó y metió un pie, el agua tenía la temperatura ideal, caliente pero no ardiendo, justo cuando levantó el otro pie del suelo para introducirse en la bañera la desgracia se hizo presente, el equilibrio falló, el pie de apoyo se deslizó y Luis cayó dándose un mal golpe en la cabeza y espalda.

Quedó tumbado dentro de la bañera, con un pie asomando fuera, los brazos sobre el pecho y la cabeza mirando hacia arriba. Todo fue silencio y negrura para Luis durante diez minutos.

Cuando despertó se dio cuenta que no podía mover ninguna parte de su cuerpo, ni piernas, ni brazos, ni cuello, nada, intentó gritar, pero nada salió de su garganta, parecía como si su cuerpo no obedeciese las órdenes que su cerebro le trasmitía.

Empezó a ponerse nervioso, muy nervioso, tuvo un flash back, se vio a sí mismo en la autoescuela, haciendo test de educación vial, en concreto uno de la parte de primeros auxilios, mordisqueaba el lapicero mientras leía la pregunta:

“¿QUE SÍNTOMAS TIENE UN ACCIDENTADO CON LESIÓN MEDULAR?” las respuestas eran las siguientes:

A- PARÁLISIS EN LAS EXTREMIDADES O GENERALIZADA EN TODO EL CUERPO.
B- SANGRA POR UN OÍDO.
C- VÓMITOS Y MAREOS.

Esta vez Luis sí sabia la respuesta.

El agua seguía saliendo del grifo, ya llegaba a al altura del pecho de Luis, y este era consciente de que al no poder moverse la posibilidad de morir ahogado era muy grande.

Intentó tranquilizarse pensando que su madre no tardaría en regresar del mercado y le sacaría de aquel apuro, se sintió un poco avergonzado por causar tantos disgustos a su pobre madre, él la quería mucho, pero hacía mucho que no se lo decía, cuando pasara toda aquella pesadilla la pediría perdón e intentaría ser mejor hijo.
– Por favor mamá no tardes, no te entretengas en el mercado, te necesito más que nunca.

En ese mismo momento, la madre de Luis acababa de llegar al portal con dos pesadas bolsas llenas de viandas, las dejó en el suelo para sacar las llaves y abrir la puerta, parecía que la suerte al final estaba de parte de Luis y su madre llegaría a tiempo para salvarle, para darle de nuevo la vida.

Pero la fatalidad se presentó en forma de vecina cotilla, -¡María cuánto tiempo sin verte!, ¿Qué tal te va todo?- dijo la vecina a la madre de Luis con una gran sonrisa, (en realidad sólo hacía una semana que habían estado hablando, pero eso ya era mucho tiempo para Carlota, una persona que no podía vivir sin estar al corriente constantemente de la vida de sus vecinos), -Bien Carlota, todo me va bien, ahora mismo vengo del mercado- respondió Maria (su tono de voz apagado denotaba que no tenía mucho interés en hablar con Carlota)

- ¿Qué tal está Luisito? Aún recuerdo cuando jugaba en el parque con mi Javi ¡Cómo pasa el tiempo! Y es que nos vamos haciendo viejas ¿Sabías que mi Javier se casa en Marzo? Es que ya le han entregado las llaves del piso, un piso precioso, con garaje, le ha salido bastante caro, pero como le han ascendido en el trabajo ¿No te lo he contado? Sí, ahora es jefe de sección, y mi nuera trabaja de redactora en un periódico local ¿tiene novia ya Luisito? ¿Ya ha encontrado trabajo?

María estaba asombrada, era increíble cómo Carlota había podido soltar toda esa parrafada casi sin respirar, pero asombro no era el único sentimiento que experimentaba en ese momento María. Humillada, humillada y avergonzada, así se sentía María, ¿Por qué su hijo no podía ser como Javier el hijo de Carlota? Tenían la misma edad, habían ido al mismo colegio, habían sido amigos inseparables durante muchos años, habían tenido las mismas oportunidades en la vida ¿Por qué entonces, mientras Javier se había labrado un futuro de éxito y empezaba a crear una familia, Luis seguía buscando un trabajo que le durase más de tres meses y lo único que sabía hacer es tener todo el día metidas las narices en esos horribles libros que le gustaban leer y estar enganchado a Internet hora tras hora? ¿Qué había hecho ella mal? Desde que se quedó viuda pocos años atrás había intentado que Luis tuviese una buena educación, que fuera un hombre de provecho, pero había fracasado, se sentía un fracaso como madre.
    Todas estas eran las preguntas que rondaban la cabeza de María una y otra vez, una y otra vez.

- Luis ahora mismo está en paro, no ha tenido mucha suerte con los trabajos (dijo Maria intentando excusar a su hijo) y no sé si tiene novia ya sabes lo discretos que son los chicos para sus cosas, no cuentan nada (María sabía que su hijo no tenía novia, ¿Qué chica en su sano juicio esperaría tener una relación con algún futuro con su hijo? Excepto aquella chica que le duró un mes, María no tenía noticias de que su hijo hubiese estado con alguna otra muchacha.)

- Sí claro, es difícil encontrar un trabajo hoy en día (Sobre todo sin preparación pensó Carlota con cierto regocijo, la posición de su hijo frente a la del hijo de la vecina la hacía sentir superior) y los chicos no suelen contar nada a las madres de las novias (Dudo mucho que ninguna chica quiera estar con Luisito pensó Carlota y mientras casi se dibujó una sonrisa en su boca)

Mientras María conversaba con la vecina, Luis tenía literalmente el agua al cuello, lo único que deseaba Luis en ese momento es escuchar el ruido de las llaves de su madre abriendo la cerradura de la casa, pero el monótono e inexorable ruido del chorro del agua saliendo del grifo y llenando la bañera no le dejaba oír otra cosa, su mente se evadió unos momentos y volvió a la autoescuela, pero esta vez no fue un flash back, si no más bien un sueño o mejor dicho una pesadilla.

Se vio a sí mismo otra vez en la clase teórica, haciendo otro test esta vez la pregunta fue la siguiente:

“SE ENCUENTRA USTED AHOGÁNDOSE EN UNA BAÑERA DEBIDO A UNA PARÁLISIS TRAUMATICA. SERA PROCEDENTE...”

A- RESIGNARSE Y ACEPTAR SU PROPIA MUERTE.
B- NO PERDER LA ESPERANZA PUESTO QUE SU MADRE ESTA A PUNTO DE LLEGAR.
C- PERDER TODA ESPERANZA DE SER RESCATADO, SU MADRE SE ENCUENTRA CHARLANDO CON EL CARNICERO O ALGUNA VECINA, NO LLEGARA A TIEMPO.


Al lado de la pregunta, Luis pudo ver una foto ilustrativa de sí mismo metido en la bañera a punto de ahogarse, cuando su mano temblorosa acercó el lapicero a la hoja donde debía contestar se despertó, volvió a la realidad constatando que el agua le llegaba a la barbilla y que su muerte estaba cercana, entonces empezó a descubrir lo que era realmente el miedo.

María subía lentamente las escaleras cargada con las bolsas de la compra (también cargaba otro peso, pero no físico) la dolían las piernas, tenía problemas de circulación desde hace ya muchos años, y su paso era muy lento, subir cada peldaño era un triunfo, y se paraba en cada descansillo para recuperar un poco el aliento.

A Luis ya se le metía el agua en la boca, quería moverse y no podía, quería gritar y no podía, quería llorar y no podía, nada podía hacer salvo esperar un milagro que tardaba en llegar.

Cuando María abrió la puerta de la casa, Luis estaba completamente sumergido en el agua, sus pulmones luchaban por retener el poco oxígeno que aún tenían. María se dio cuenta de que algo raro pasaba cuando vio agua salir por debajo de la puerta del cuarto de baño. Dejó caer las bolsas al suelo y se apresuró a abrir la puerta del baño, descubriendo el suelo totalmente inundado, se asomó a la bañera y vio a su hijo ahogándose, no era demasiado tarde a juzgar por las burbujas que aún subían desde la boca de Luis.

Luis reconoció la borrosa silueta de su madre a través del agua, ¡Gracias a Dios! ¡Estoy salvado! Notó cómo la amorosa mano de su madre bajo su nuca le levantaba la cabeza sacándosela del agua, el aire volvió a entrar en sus pulmones, se sentía el hombre más afortunado del mundo.

María, arrodillada en el suelo, con medio cuerpo dentro de la bañera, sujetando la cabeza de su hijo con una mano, y mirándolo fijamente le dijo las siguientes palabras:

- Cuando una perra descubre que uno de sus cachorros ha nacido ciego y se da cuenta de que no podrá salir adelante por sí mismo, lo mata, lo entierra, le quita la vida- Dicho esto, María dejó caer suavemente la cabeza de su hijo de nuevo en el agua, y se quedó mirando cómo a Luis se le llenaban los pulmones de agua y se le escapaba la vida.

El último pensamiento que pasó por la cabeza de Luis antes de que su cerebro dejara de funcionar fue que todo era una pesadilla, todo es una pesadilla, no puede ser, una pesadilla, no puede ser...

Cuando las últimas burbujas salieron de la boca de Luis, de la garganta de María nació un agudo lamento, un espantoso grito que se pudo escuchar por toda la vecindad.

ERNEST VALDEMAR,
MADRID 1-FEB-2003

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